TDAH = Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

miércoles, 6 de septiembre de 2017

EL DÉFICIT DE HABILIDADES SOCIALES Y LOS PROBLEMAS EMOCIONALES. Los dos aspectos menos conocidos del TDAH


Photo by Alexander Shustov on Unsplash

Todos conocemos, más o menos, algunas de las características que presenta un niño con TDAH: inatención, dificultades para concentrarse, desorganización, exceso de movimiento o impulsividad.
Sin embargo, los niños con TDAH se enfrentan a otro gran reto, relacionado con sus dificultades para regular las emociones y para relacionarse satisfactoriamente.

Russell Barkley, uno de los mayores expertos mundiales en TDAH, ha puesto el énfasis en estos aspectos. Elaboró un modelo de autorregulación emocional en el TDAH que nos ayuda a comprender cómo las personas con TDAH gestionan y regulan sus emociones. Las diferencias con el proceso que siguen las personas que no tienen TDAH son notables, y tienen profundas implicaciones en su vida diaria.

Habilidades Sociales en el TDAH

Las relaciones sociales en los niños con TDAH suelen verse afectadas por su impulsividad, la falta de empatía o capacidad de ponerse en el lugar del otro, el bajo autoconcepto y autoestima, y la inseguridad.

Los niños con TDAH tienen intención social, quieren jugar con otros niños, tener amigos, pero a menudo no saben cómo relacionarse. Pueden ser percibidos como niños torpes, nerviosos, niños que no siguen las reglas de los juegos, que se entrometen en las conversaciones o no saben guardar su turno. Todo esto, a menudo, genera rechazo por parte del resto de niños. Este rechazo, que ellos notan perfectamente, a menudo les conduce a efectuar conductas complacientes, buscando la aceptación del otro: se vuelven sumisos, o tratan de agradar de forma poco acertada a los demás, tratan de llamar la atención con bromas o chanzas que pueden ser provocadoras o de mal gusto. Logran así lo contrario de lo que buscan: el resto del niño los tiene por “pesados”o “payasetes”.

Si algo he podido observar en todos estos años de consulta es la enorme soledad que sufre un niño con TDAH. Incomprendido en casa, donde parece molestar, no dar la talla, no hacer las cosas bien. Fracasando en el colegio, o no obteniendo resultados acordes a sus esfuerzos. Y con relaciones sociales poco satisfactorias, donde sienten que no son aceptados totalmente o que no merecen la amistad de sus compañeros. El TDAH es un trastorno que provoca un gran sufrimiento en el niño. Y si las áreas académicas y comportamentales contribuyen en gran parte a estos males, el área emocional o social lo hace decisivamente.

Los trastornos del estado de ánimo y el TDAH

Un problema muy frecuentemente asociado al TDAH y muchas veces ninguneado son los efectos que tener un déficit de atención con o sin hiperactividad tiene en el estado de ánimo del niño. En una proporción cuatro veces mayor que en niños sin TDAH presentan depresión y ansiedad.

Su autoestima está mermada y suelen tener un autoconcepto negativo, se sienten incapaces, tontos, diferentes... Además, como en muchas ocasiones el rendimiento académico suele ser bajo y no se corresponde con el esfuerzo realizado, desarrollan lo que se llama “indefensión aprendida” (“da igual lo que haga, no me sirve de nada”), pudiendo vérseles desmotivados, frustrados y desinteresados con frecuencia en las tareas académicas.

Por otra parte, una vez están trabajando en psicoeducación y son muy conscientes de sus problemas, desarrollan la metacognición mucho más que otros niños (la conciencia sobre sus propios procesos de aprendizaje). Esto es muy positivo porque les ayuda a regular su conducta, prever fallos, anticipar consecuencias, etc., pero tiene el lado negativo de que aumenta la ansiedad con que viven todo lo relacionado con la escuela. Están más preocupados por los resultados académicos que otros niños, más pendientes de los fallos que hacen, de si se vuelven a equivocar o no en lo mismo, etc. Por lo que son más exigentes consigo mismos y en consecuencia están más ansiosos.

El estado de ánimo deprimido también suele presentarse con frecuencia, relacionado con la autoestima, la ansiedad, los sentimientos de incapacidad y la frustración ante el resultado de sus esfuerzos.

Además, con mucha frecuencia presentan labilidad emocional, irritabilidad, poca tolerancia a la frustración y mayor reactividad, También tienen más dificultades para “desconectar” y pasar de una tarea a otra. Esto está relacionado con un déficit funcional en el sistema de regulación cognitivo-emocional.

El TDAH es un trastorno de gran complejidad y fuertes implicaciones para la vida del niño. Tratar adecuadamente el área comportamental y cognitiva es fundamental, pero no lo es menor dar el apoyo emocional que necesitan.

Úrsula Perona. Psicóloga infantil

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