TDAH = Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

miércoles, 16 de diciembre de 2015

CONSEJOS PARA LA NAVIDAD CON NIÑOS CON TDAH



Os presentamos una serie de ideas y recomendaciones para hacer que las fiestas navideñas no se conviertan en una época estresante, sino en unas vacaciones para disfrutarlas de verdad: 

Estructurar el tiempo

Los síntomas del TDAH no se van de vacaciones. Aunque los niños no tengan que ir al colegio siguen siendo hiperactivos. No olvidéis que durante las vacaciones, el hecho de tener el tiempo menos estructurado puede hacer que los síntomas sean más evidentes.

Planificar las actividades

Planificar y estructurar el tiempo de vacaciones le ayudará a no tener que improvisar lo que tiene que hacer.

Hacer un calendario para las vacaciones

Preparad un calendario para los días de vacaciones y ponedlo en un lugar visible. Incluir los días festivos, celebraciones familiares, visitas, excursiones y otras actividades.

Mantener la rutina

Mantened sus rutinas en todo lo posible. Es importante planear las actividades en función de las costumbres de vuestro hijo. Mantened los horarios de comidas y sueño.

Explicar qué vais a hacer

Informadle de las actividades, especialmente aquellas que sean diferentes a las habituales y le saquen de su rutina. Explicarle qué es lo que se hará́, dónde, con quién y lo que durará. Especialmente de aquellas situaciones en las que le pueda resultar más complicado comportarse.

Actividades sí, pero no en exceso

No le sobrecarguéis de actividades. Un exceso de actividades puede estimularle demasiado. El cansancio y la excitación pueden empeorar los síntomas del TDAH.

Tener paciencia

Recordad que aunque esté de vacaciones, lo que le ocurre a vuestro hijo no es voluntario ni intencionado. Conviene ser comprensivos con ellos en unos días tan especiales.

Hacerle ver que los comportamientos tienen consecuencias

Dadle instrucciones breves y sencillas para que le resulte más fácil de entender. Aclaradle las consecuencias de su comportamiento, tanto del adecuado como del inadecuado.

Ayudar en los preparativos Navideños

Implicad a vuestro hijo en los preparativos de la Navidad. Fomentadle que participe en la elección de las actividades, que colabore en los adornos, envolviendo regalos, e incluso en la preparación de alguna comida sencilla.

Administrar los regalos

Abrid los regalos en algún lugar tranquilo. Todos los regalos juntos pueden ser una tentación irresistible. Ayudadle a que los abra de uno en uno. Permitid que sea el propio niño el encargado de repartir los regalos, y que ayude a envolverlos.

No abusar de los dulces

Cuidado con los dulces navideños. El aburrimiento y la impulsividad pueden hacer que se abuse de los dulces.

No abandonar el tratamiento farmacológico

Seguid las indicaciones del médico en cuanto a la medicación, no la abandonéis por vuestra cuenta pensando que en vacaciones no es tan necesaria por no haber tantas responsabilidades pues son días con muchas distracciones, menos rutinas, menos organización y precisamente, a lo mejor, la medicación se hace más necesaria.

Tiempo para descansar

Descansad. Es muy importante que os toméis algún tiempo de descanso.

FUENTE.
Antonio Pelaz Antolín. Coordinador de la Unidad de Psiquiatría Infantil del Hospital Clínico San Carlos. Madrid.

viernes, 4 de diciembre de 2015

TDAH EN PRIMERA PERSONA



Hablar de TDA y TDAH es complicado ya que es un tema polémico. 

Encontramos los incrédulos que niegan la existencia de tal trastorno, los que etiquetan a cualquier niño movido y con carácter difícil de sufrir este trastorno, y los profesionales que lo conocen y lo saben tratar.

Más allá de lo que piensen los unos y los otros, estamos los padres y la sociedad en general que debe saber que este trastorno existe, y no lo digo como profesional, ya que en este artículo voy a hablar como protagonista, en primera persona.

Me diagnosticaron tener TDAH, de manera muy tardía. Antes en España no se sabía mucho de este trastorno y, por tanto, desde mi primer colegio (he visitado varios) se me invitó a ver un psicólogo, ya que tenía comportamientos “extraños” y no se me detectó. Se habló de mano más dura conmigo, de más control y mucha represión… no voy a entrar en los detalles, y las consecuencias, tanto para mis padres como para mí, de dichos consejos. En un colegio posterior se me llamó hija del demonio, por no saber estar sentada una hora entera en mi silla escuchando una monótona y tediosa clase de historia. Con lo fácil que hubiera sido que me mandasen ir a buscar tiza… éste ha sido uno de los recursos que más he utilizado con mis alumnos, hacerlos mover un poco con cualquier excusa y luego seguir con la clase tan ricamente.

Voy a hablar del TDAH en primera persona para explicar que somos personas normalmente muy sensibles, y la realidad externa (o sea lo que piensan los demás de nosotros, lo que nos dicen y nos hacen sentir) nos afecta mucho, igual en exceso. Ya para empezar nos cuesta entendernos a nosotros mismos, de ahí que muchas veces nos rebotemos ante cualquier crítica, en vez de analizarla y sacar algún aprendizaje. Con una buena terapia lo aprenderemos a hacer.

Somos personas pasionales y cuando algo nos interesa podemos perder la noción del tiempo y hasta del espacio pero, también de repente, ese interés desaparece y necesitamos nuevos retos. Así que es importante aceptarnos con nuestros más y nuestros menos, nuestros altibajos, y saber que esta característica va a seguir a lo largo de nuestra vida, así que, ya que sabemos que nos va a acompañar debemos adaptarnos y buscar estudios y trabajos que nos permitan retos constantes y continuados.

Como TDAH, profesora de ellos y ahora coach tengo algunos consejos que os pueden funcionar y quiero compartir con vosotros: 
  • Los grupos numerosos, por norma general, nos hacen sentir incómodos. De este hecho he sacado mi propia conclusión que es que, desde pequeños, en las fiestas y las celebraciones a las que nos han invitado (hay muchas a las que no nos han dejado ir, nos han boicoteado o nos han dejado sin invitación cuando todas nuestras amiguitas iban…. ahí lo dejo), no nos hemos sabido comportar como las normas establecidas y el protocolo nos exigía. A fuerza de palos, reproches y hasta de sentirnos repudiados hemos ido aprendiendo, pero es una manera un poco cruel de hacerlo…
  • Me he dedicado 17 años a ser profesora de secundaria y bachillerato y por el tipo de colegio al que fui a pedir empleo de manera totalmente premeditada, me he encontrado con muchos casos de TDA y TDAH. Quería que mis alumnos entendieran que no son bichos raros, que no son malas personas. Simplemente, si se les explica bien qué tipo de trastorno tienen, de qué manera pueden aprender y que no se sientan culpables, pueden aprender y mejorar con el tiempo.  Hoy las cosa han cambiado mucho pero la comprensión hacia este trastorno tiene aún mucho camino por recorrer, y los grandes sufridores son los que lo padecen y, de manera muy directa, sus madres y padres. Ellos también sienten el repudio incluso de familiares que no entienden a estos niños. No faltan nunca las etiquetas de niños maleducados, se juzga a los padres de permisivos (cuando estos padres posiblemente trabajan duramente con sus hijos  para conseguir que sigan las normas sociales establecidas) y, cuando están en grupo, para no crear más tensión, deciden callar o irse antes de recibir otra reprimenda por el comportamiento de sus hijos.
  • Tener en casa unos hábitos y unas rutinas estrictas (aunque al principio nos cueste mucho adquirirlos), con el tiempo nos darán seguridad, y nuestra casa se convertirá en nuestro gran refugio. La improvisación, los cambios de planes en el último momento nos alteran de mala manera.
  • Practicar un deporte dónde la disciplina y la concentración sean importantes: podemos hablar de unas artes marciales, ballet, atletismo… muchas veces se apunta a est@s niñ@s a hacer de deportes en equipo para que aprendan a sociabilizarse mejor ya que es uno de nuestros puntos débiles. Yo aconsejo que sea de más mayores cuando ya sepamos mejor controlar nuestros impulsos.
  • Las advertencias, las reprimendas u observaciones que se nos hagan han de ser en el momento en el que cometemos la falta (luego se nos olvida). Las consecuencias a nuestros actos, igualmente, han de ser al momento (si es posible). No controlamos muy bien el tiempo y, si se nos reprende muy posteriormente, nos invade un sentimiento enorme de injusticia. Y ya sé que somos cansinos y podemos hacer perder la paciencia a un santo, pero si se nos habla con cariño y se nos explica con amor qué consecuencias provocan nuestras actitudes en los otros, lo llegaremos a entender!!!

Otros consejos útiles para convivir con un TDAH

Cuando diagnostican a un hijo/a de TDAH, puede parecer que el mundo se nos cae encima. Ante cualquier problema debemos pensar de qué manera podemos ayudar y la actitud que tomemos delante de este (o cualquier) problema es fundamental. Los padres, en este caso, son ¡¡¡VITALES!!!

De mi propia experiencia y con la ilusión e intención de que os sirva hago una lista de consejos:
  • Afrontar el trastorno JUNTOS y seguir las mismas pautas y criterios. Éste es uno de los puntos más importantes. En mi experiencia como profesional he observado que si los padres van a la par, delante de cualquier problema con sus hijos, éste es más llevadero y se consiguen mayores éxitos. Si cada uno lo ve desde su propio prisma y actúa en consecuencia sin poner en común los criterios, el niño o adolescente se pierde con mayor facilidad.
Así que lo primero es tener una charla con nuestra pareja y decidir cuáles serán las normas que se van a aplicar en casa. Si hacemos extensible a otros miembros de la familia estas normas y conseguimos su colaboración, mejor aún. Cuántos más implicados tengamos alrededor más llevaderos serán los momentos difíciles.
  • Las normasNo debemos abarcar muchas cosas a la vez, ya que no conseguiremos llegar muy lejos, es mejor empezar con pocas normas y una vez se han convertido en hábito ir añadiendo más. El tiempo, la madurez que vaya adquiriendo nuestro hijo y toda nuestra resilencia (= capacidad para resistir y aprender de las adversidades) harán que las cosas mejoren poco a poco. Estas normas deben ir encaminadas a crear una rutina básica a nuestros hijos. Al principio puede ser muy cansino ya que el trastorno de nuestro hijo hará que las olviden con facilidad (no lo hacen para fastidiar. Sencillamente es una de las conductas asociadas al trastorno). Se pueden hacer dibujos, murales que recuerden las normas y colgarlos en un sitio bien visible para que las recuerden o vayan a consultar en cualquier momento, (que participen en hacer los dibujos y los murales es importante!!). Con los adolescentes no haremos dibujitos, pero sí haremos horarios como los del colegio, escribiremos mensajes con la misma función o incluso crearemos contratos.
Ejemplos útiles:
-Tener el mismo horario siempre de comidas, meriendas, cenas, duchas, deberes…
- Antes de acostarse organizar todo lo que necesitarán para el siguiente día: ropa que se van a poner, revisar mochilas con todo lo que van a necesitar…
-Intentar que descansen o hacer algún tipo de rutina relajante antes de ir a la cama. El sueño muchas veces está alterado en este tipo de trastorno y debemos ayudar a propiciarlo.
  • Explicar las normasUna vez hemos decidido las normas, se deben explicar. Nuestra indicación debe ser lo más corta y clara posible, no nos extendamos en las explicaciones ni divaguemos. La sencillez es la clave del éxito y, una vez las hemos explicado, debemos asegurarnos que se han entendido. La manera siempre es la misma, se pide al niño que repita las instrucciones y veremos su grado de comprensión. También debemos buscar su compromiso.
  • RecordatoriosPara no repetirnos constantemente, si dejamos dibujos o notas por la casa a modo de recordatorio no seremos taaaaaaaaaaaaaaan sumamente cansinos, Por ejemplo, yo al lado de la puerta de salida de casa tengo una nota dónde me recuerda que antes de salir debo repasar:
-  Luces, fuegos y demás apagados.
-  Llaves de casa en el bolso.
-  Móvil en mano. (Es una de las herramientas que más me ayudan en mi trastorno; con mi agenda, mis alarmas, mis recordatorios y mi cámara de hacer fotos, intento fotografiar las cosas importantes ya que tengo memoria visual y con las imágenes recuerdo mejor).
  • Terapia en casaSeguramente nuestro hijo/a seguirá algún tipo de terapia para mejorar su evolución y en casa debemos reforzar esta terapia. Así que marcaremos las conductas inadecuadas y les explicaremos como mejorarlas.
El refuerzo positivo es muy eficaz en casi todos los casos, pero en éste más. Este refuerzo se tiene que dar en el mismo momento que nuestro hijo ha conseguido modificar o controlar una conducta a través de:

Atención positiva: muchas veces prestamos más atención a nuestros hijos cuando hacen las cosas mal que cuando las hacen bien, pues practiquemos lo contrario con ellos, hay veces que debemos mirar hacia otro lado cuando cometen un error y mirar, sonreír y aprobar cuando lo han hecho bien.

Alabanzas: siempre  se les está diciendo todo lo que hace mal y parece que cuando lo hacen bien es su obligación. Sí, lo es, pero no está de más que se les reconozca y más si hay un esfuerzo y un trabajo de autocontrol detrás.

Recompensas y privilegios: de cualquier tipo, como premiarlos con su plato preferido o llevarlos al cine a ver esa peli que tanto han pedido. Otro ejemplo: hoy serás tú quién decida qué vamos a hacer la tarde del sábado o quién decida que peli veremos juntos o a qué jugar.
¡Debemos intentar que estos refuerzos sean frecuentes!
  • AprenderComo padres estamos obligados a prender de este trastorno, por tanto hay que informarse, leer y aprender. Incluso podemos seguir una terapia paralela a la suya.
También debemos aprender a manejar nuestras propias emociones, sobre todo las negativas (enfado, culpa, amargura…) e intentar mantener una actitud lo más positiva posible.

Cuando nos quedamos anclados en el problema no vemos posibles soluciones, así que debemos centrarnos en buscarlas y hacer partícipes a los afectados. Muchas veces sorprenden las soluciones que encuentran ellos.
¡Todos Sumamos!

Autora: Samantha Biosca – coaching de familia

FUENTE:

domingo, 22 de noviembre de 2015

ISABEL ORJALES: Intervención psicoeducativa en Primaria para afrontar la Secundaria


Intervención psicoeducativa en Primaria para afrontar la Secundaria

Consejos de la pedagoga Isabel Orjales

Los alumnos con TDAH necesitan un programa de reeducación individualizado para superar con éxito la educación obligatoria.




Redacción. Madrid 13/11/2015

Los niños con TDAH no solo son capaces de terminar la Educación Primaria, sino de acabarla con unas condiciones cognitivas y emocionales aceptables para comenzar la Secundaria y construir la base que posibilita que accedan al Bachillerato. Eso sí, Isabel Orjales, doctora en Pedagogía y profesora de Psicología de la UNED, recuerda que para lograrlo necesitan un programa de reeducación adaptado a sus necesidades individuales que les permita llegar en las mejores circunstancias.

¿Por qué es recomendable una intervención psicoeducativa en Primaria para que los alumnos con TDAH afronten con posibilidades la Secundaria?

No diría que es recomendable, diría que es imprescindible. Eso sí, diseñada de forma individual, según las necesidades y edad de desarrollo de cada alumno. El TDAH pone la zancadilla al aprendizaje porque genera lagunas en la formación; estilos de aprendizaje impulsivos, desorganizados y poco productivos (que, si no se hace algo, se van consolidando durante toda primaria), estrés por el esfuerzo de dedicación extra; rechazo a los aprendizajes; y un gran sentimiento de pobre autoeficacia y baja autoestima, además de una gran tensión en las relaciones familiares.

Por lo tanto, al igual que los niños con dislexia necesitan un programa individual específico para entrenar sus déficits en lectura, además de ciertas adaptaciones para el trabajo en el aula y los deberes, los niños con TDAH necesitan un programa de reeducación adaptado a sus necesidades individuales que les permita llegar en las condiciones más idóneas posibles a la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), además de las adaptaciones ahora reconocidas por el ministerio. Porque se puede terminar Primaria, pero también se puede terminar en condiciones comportamentales, cognitivas y emocionales aceptables para comenzar la ESO y construir la base que posibilita el Bachillerato.

¿Es preocupante la cantidad de escolares con dificultades para acabar la Secundaria?

Sin duda alguna, y no solo respecto a los que tienen TDAH. Muchos niños con TDAH llegan a la ESO gracias a una gran cobertura familiar, muchas horas de dedicación (de ellos mismos y de las familias), con los aprendizajes sostenidos con pinzas, procedimientos de trabajo todavía muy impulsivos y desorganizados, escasa autonomía en el estudio, muy baja autoestima, rechazo visceral a algunas asignaturas y poca tolerancia al fracaso y al esfuerzo, cansados de años de sacrificio al que no han sacado mucho provecho. Todo ello a pesar de que la sintomatología nuclear del TDAH (desatención, hiperactividad e impulsividad) haya podido moderarse mucho, fruto de la maduración neurológica. 

En Secundaria más que preocupar los síntomas nucleares, preocupan las secuelas de haber crecido con TDAH, es decir, el ajuste comportamental, social y emocional.

Entonces, ¿todos los alumnos con TDAH necesitan una intervención psicoeducativa además de las adaptaciones metodológicas que se han reconocido oficialmente?

En alguna medida, todos. Entre los niños que solo tienen TDAH, algunos pueden necesitar intervención más centrada en habilidades de aprendizaje, pero otros sufren y requieren medidas para aprender a ajustar su comportamiento, desarrollar estrategias asertivas e inhibir malas reacciones con los profesores cuando se frustran. En otros casos primarán las medidas para evitar que crezcan con el rechazo social y el riesgo de acoso escolar, enseñándoles estrategias de afrontamiento y mejorando las habilidades sociales que les permitan construir un grupo de relaciones que le sirvan de apoyo, desarrollo y referencia durante la adolescencia.

Pero no debemos olvidarnos de los niños que, además de TDAH, tienen otro trastorno específico del aprendizaje (antes llamado discalculia, dislexia, disgrafía o disortografía). En torno al 30 por ciento de los niños con TDAH padece un trastorno de este tipo que debería haberse diagnosticado a partir de los 8 o 9 años y que hace mucho más urgente la intervención temprana. Lamentablemente, muchos de estos niños no son diagnosticados y algunos llegan a la ESO esclavizados por los deberes y los exámenes, con muchas horas de dedicación y compensados por sus padres –que les confeccionan los resúmenes, por ejemplo– sin que nadie les haya alertado de que la dificultades constituían ya un trastorno o, lo que es peor, sin haber tenido tiempo para dedicar horas a lo que realmente interesaba: su propia rehabilitación.

¿En qué debe consistir la intervención psicoeducativa?

La intervención debe partir de la evaluación de cada niño, de su perfil comportamental, cognitivo, social, emocional y de aprendizajes. Los paquetes con sesiones de intervención para niños con TDAH estándar son orientativos: el tratamiento debe ser personalizado e individualizado.

Un buen programa debe incluir: 
  • Estimulación/reeducación de las habilidades afectadas. 
  • Desarrollar estrategias de compensación de síntomas (tomar medidas de prevención, identificar errores, subsanarlos, etc.). 
  • Trabajar sobre el autoconocimiento y la autoaceptación, primero como persona y, después, como persona que tiene TDAH; 
  • Medidas para controlar las experiencias de fracaso para prevenir que surja baja tolerancia al esfuerzo y la frustración, el deterioro de la autoestima y llegar a situaciones de indefensión aprendida; 
  • Desarrollar sus buenas potencialidades.
  • Conseguir un rendimiento académico suficiente/satisfactorio.
  • Orientación profesional; conseguir unas relaciones familiares seguras, estables y sanas.
  • Conseguir relaciones sociales satisfactorias; y medidas para detectar y tratar comorbilidades y prevenir trastornos futuros. Eso implica intervenir con los padres y con los profesores en coordinación conjunta.

¿Tanto cambian las exigencias de Primaria a Secundaria?

Sí, y el cambio concierne a múltiples aspectos: la extensión y dificultad de las materias, el tipo de profesorado, la menor formación en TDAH en Secundaria y la menor sensibilidad a la atención a la diversidad e, incluso, la inmadura entrada en la adolescencia de los chicos y chicas con TDAH.

Debemos pensar que, en la ESO, la cantidad de profesores se incrementa, lo que suele conllevar un incremento a veces irracional de deberes. El profesorado ya no se compone de maestros, sino de especialistas: licenciados en matemáticas, física, biología, literatura… que no siempre imparten la materia en la que son especialistas, que no han cursado estudios de Psicología o Magisterio y a los que se les da una formación pedagógica escasa y poco práctica. A la mayoría de estos profesores les cuesta adaptarse a la docencia para adolescentes, tener en cuenta su momento evolutivo y les desconcierta especialmente la inmadurez de los alumnos con TDAH.

¿Los profesores en Secundaria consideran que el alumno puede valerse por sí mismo y están menos pendientes de él que en Primaria?

Frecuentemente, sí. Por dos motivos: por una parte porque es una realidad que los chicos y chicas de 12 a 15 años son más autónomos y maduros, y pueden responder a sus demandas; por otra parte porque nadie les explicó que los niños con TDAH no maduran a la misma velocidad para muchos aspectos que chocan con las exigencias escolares. Por eso, les cuesta entender que todavía necesiten seguir entrenándose en organización, planificación y autonomía en el trabajo, y les parece inconcebible que no apunten los deberes, que reiteradamente olviden material o trabajos en casa.

Necesitan formación para que, de entrada, no achaquen a pasotismo la falta de autonomía en el trabajo, los olvidos y la desorganización; ni a un comportamiento malintencionadamente desafiante conductas fruto de la falta de inhibición y la poca tolerancia a la frustración que muchos de estos niños arrastran.

¿Cuál es el porqué de la asociación ESO-fracaso escolar?

Aunque no para todos, la ESO puede ser sinónimo del comienzo del fracaso escolar. El problema va más allá de que se les exijan contenidos más extensos y complejos. En la ESO, las habilidades básicas de aprendizaje no solo deben estar conseguidas (por ejemplo, saber escribir con letra clara y ágil, y tener una lectura fluida), también deberían estar automatizadas. Y eso es algo que todavía les cuesta a muchos alumnos con TDAH y que hace que cometan errores en tareas de escritura y lectura complejas (redactar, responder a las preguntas de un examen o hacer un resumen). En esos casos, no tiene sentido utilizar estrategias sancionadoras en lugar de los programas de entrenamiento necesarios. Por ejemplo, se penalizan duramente las faltas de ortografía (bajando la nota de asignaturas que les ha costado mucho estudiar), bajo la creencia de que de este modo motivan a los niños a fijarse, sin pensar que activar las reglas ortografías aprendidas en la memoria de trabajo, a la vez que el chico intenta no distraerse, responder a preguntas o hacer una redacción con sentido y con la presión de terminarlo a tiempo, es complejo para un cerebro más inmaduro y de procesamiento más lento.

Y esas habilidades deben entrenarse en Primaria.

Cuanto antes, puesto que se conseguirán más éxitos y será más fácil que el niño incorpore las estrategias a su modo de trabajar. Por ejemplo, a partir de 3º de Primaria los chicos tienen que aprender a estudiar y es responsabilidad nuestra que los niños con TDAH aprendan a hacerlo organizada y reflexivamente. Si esperamos a 6º de Primaria, el niño ya habrá automatizado estrategias impulsivas y desorganizadas difíciles de revertir. Los niños con TDAH necesitan más práctica y contención familiar para adquirir rutinas de aprendizaje y estudio (autonomía); deben aprender a analizar los enunciados de los problemas matemáticos y de las preguntas de examen de forma efectiva sin saltarse información relevante (entrenamiento en comprensión lectora); deben ser capaces de realizar un análisis ordenado y secuenciado de la información para la solución de problemas (pensamiento reflexivo); ser capaces de recurrir a las estrategias que necesiten para representar visualmente los datos de un problema de matemáticas (estrategias de aprendizaje); buscar el modo de compensar los posibles errores por desatención (técnicas de autoevaluación y autocorrección); y resistir la tolerancia al esfuerzo aprendiendo a no hundirse ante las primeras dificultades (automotivación), no dependiendo siempre de que un adulto esté a su lado animándole (autorrefuerzo).

¿El cambio de Primaria a Secundaria también afecta a las relaciones sociales?

Aunque no siempre negativamente, también se operan cambios importantes. Se produce un salto cualitativo: de ser los mayores del colegio, pasan a ser los menores del instituto o del edificio de Secundaria. En ese marco, los apocados pueden sentirse abrumados y los rebeldes atraídos por los ‘más pintas’ de entre los mayores. Hay que tener en cuenta que entramos en la etapa adolescente, donde se acusan más las diferencias de madurez en general (conviven niñas y niños infantiles con adolescentes muy lanzados). En este aspecto, y por lo general, los niños con TDAH, aunque se disfracen de adolescentes, emocionalmente siguen pareciendo los hermanos pequeños de los más inmaduros del grupo.

La Secundaria coincide con la adolescencia, ¿esto complica las cosas?

Un poco más. Los niños con TDAH son adolescentes tardíos. En un primer momento se disfrazan de adolescentes (imitan a sus amigos, se visten, se peinan y reclaman su derecho a ser más autónomos de lo que se les permite), pero todavía son muy dependientes de los adultos que les importan. Esta inmadurez y dependencia emocional tiene sus aspectos positivos y negativos. Positivos, porque siguen siendo más dependientes de la aprobación de los profesores y padres, por lo que es más fácil reconducirlos hablando con ellos en privado, son más sensibles y responden mejor al refuerzo y aprobación social. La parte negativa es que se dejan llevar más fácilmente por los compañeros y se pueden meter en líos con menor discreción que los demás y acabar sancionados.

¿Cómo afectan todos estos cambios a las familias?

Para la mayoría es como entrar en terreno desconocido y para algunos es como bailar en arenas movedizas. El colegio se hace menos trasparente, menos accesible que antes, cuando tenían un tutor como punto de referencia y era más fácil hablar con otros profesores. En muchos casos tienen más dificultades para tener la información que necesitan para apoyar a sus hijos: qué entra en los exámenes, qué tipo de exámenes hay, cuándo son, qué trabajos hay que entregar… Es menos frecuente que puedan ver los exámenes de sus hijos para analizar con ellos los errores y sus demandas son más veces interpretadas como demandas absurdas de padres sobreprotectores que son los causantes directos de tener un hijo “vago, majadero e inmaduro”.

A eso, en muchas ocasiones, no ayuda el cambio que experimentan sus hijos en el sentido de que esa adolescencia tardía puede traer consigo una incipiente picardía que no habían mostrado antes. Así, los hijos e hijas antes dóciles y colaboradores, comienzan a hacer sus pinitos y a mentir sobre lo que entra en un examen, callarse las fechas u ocultar un suspenso. Eso desconcierta a los padres y hace que los profesores se mantengan en su percepción de que al niño no le pasa nada, que tiene cuento, es vago y, además, está sobreprotegido. Es fácil que las entrevistas en el colegio se conviertan en un diálogo de sordos: los padres intentando convencer al profesor de que el niño tiene un problema y el profesor tratando de abrir los ojos a los padres para convencerles de que al niño no le da la gana colaborar. Y ambos tienen razón: al chico le cuesta y al chico no le da la gana.

¿Cuál debería ser la actitud correcta de un maestro de Secundaria ante un alumno con TDAH?

En primer lugar, tener una actitud abierta. No dejarse llevar por los estereotipos y las falsas verdades que hay por internet. Que acuda al departamento de orientación o a las asociaciones de padres de niños con TDAH para que les recomienden lecturas con base científica y para que se familiarice con las medidas que dice su comunidad autónoma que hay tomar. 

En segundo lugar, recabar toda la información que pueda sobre su alumno, entrevistarse con los padres y tratar de entender cómo es, la trayectoria que ha seguido y cómo le ven sus padres en cuanto a conducta, capacidad, autonomía en el estudio, aprendizajes en casa asignatura, relaciones sociales y estado emocional. 

Después, es necesario abrir un canal fluido de comunicación entre padres y tutor para intercambiar necesidades: qué le pedirían los padres al profesor para sentirse apoyados y ser más efectivos en lo que hacen, y viceversa.

Una vez que conozca al alumno, tendrá que ir valorando qué adaptaciones reales puede necesitar en el marco de su asignatura. Los profesores tienen muchos recursos, pero es necesario que entiendan que para funciones asociadas al lóbulo prefrontal (atención, planificación, organización, inhibición emocional, reactividad emocional…) los chicos de su clase con TDAH funcionarán como alumnos muy inteligentes pero como niños dos o tres años más pequeños. 

Si comprenden esto, sabrán por dónde empezar. Y por último, no deben olvidar que no están solos, que la comunicación con los terapeutas, el médico, los padres y el orientador les permitirán resolver las dudas que puedan tener y sentirse apoyados.

FUENTE:

jueves, 12 de noviembre de 2015

JESÚS JARQUE: 10 consejos para profesores sobre el TDAH



Jesús Jarque García es pedagogo. Desempeña su labor como orientador en el Centro Público de Infantil y Primaria Ramón y Cajal de Puertollano desde hace 17 años. Máster en Psicología y Gestión familiar. Miembro de la Sociedad Española de Pedagogía. Máster en Coaching Pedagógico y Educacional. Orientador en Educación Infantil y Primaria. Autor de más de una treintena de libros y publicaciones relacionados con las pautas educativas, la pedagogía y dificultades de aprendizaje. Ponente en cursos y charlas a profesores y familias.

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miércoles, 4 de noviembre de 2015

LOS DEBERES JUSTOS. Change.org






La carga de deberes de cada niño o niña en edad escolar depende fundamentalmente del profesor que le corresponda. Esto sucede incluso en el seno de un mismo centro educativo, lo que en caso de que haya varios hermanos matriculados en este puede poner de manifiesto enormes e incomprensible diferencias en las tareas que han de acometer. Cuando esto ocurre, el niño que se ve en esa situación no comprende por qué él o ella no puede jugar, descansar o estar con sus padres, mientras sus hermanos y/o hermanas sí.
Un exceso de deberes supone una gran frustración para un niño que quiere concluir el trabajo asignado y ve cómo éste le sobrepasa y el cansancio no le permite seguir estudiando. El rendimiento de los niños empeora si a la jornada escolar se añade un exceso de tiempo para los deberes.

Un niño que dedica un tiempo excesivo a las tareas escolares (según la OCDE la media española es de 6,5 horas semanales en la ESO, pero hay niños que ya en primaria superan esa media)  puede llegar a presentar síntomas de ansiedad y necesitar asistencia psicológica.

No existe justificación para que un niño dedique tantas horas de su tiempo tras la jornada escolar a realizar tareas muchas veces mecánicamente y que difícilmente fomentan competencias como alguna de las recogidas en el Real Decreto 126/2014, de 28 de febrero, por el que se establece el currículo básico de la Educación Primaria:
4ª Competencia. Aprender a aprender. Haciendo tareas repetitivas a diario el estudiante no aprende a aprender, aprende en todo caso a mecanizar sus tareas.
5ª Competencia. Competencias sociales y cívicas. El tiempo de convivencia familiar, con otros niños en el parque o en otros espacios abiertos se reduce: Los niños pasan tardes y tardes encerrados en su habitación. No pueden desarrollar competencias sociales estando aislados.
6ª Competencia. Sentido de iniciativa y espíritu emprendedor. Los deberes pautados, repetitivos y abusivos no fomentan el espíritu emprendedor y la iniciativa. La iniciativa surge desde dentro de cada niño o niña, por el propio descubrimiento personal, y para eso es necesario tiempo libre e incluso tiempo de aburrimiento.

Finalizar el temario de los libros de texto y los ejercicios propuestos en ellos no deberían ser el principal objetivo académico, puesto que el número de horas lectivas para cumplirlos puede llegar a ser superior a las de que se dispone en un curso escolar. Al no haber tiempo lectivo para ello, las tareas se realizan en el hogar en perjuicio de los niños. Lo realmente importante debería ser enseñar mientras se respeta el ritmo de los niños, sus necesidades de juego y de descanso y su bienestar emocional.

Los deberes abusivos provocan conflictos en las familias, que ven en la conciliación de la vida laboral y familiar una utopía. Las largas jornadas laborales se ven todavía más perjudicadas por las tareas escolares abusivas, los padres no pueden compartir su tiempo con sus hijos o lo comparten para ejercer de docentes.

Los niños españoles no pueden seguir cargados de deberes. No resulta admisible que los niños españoles dediquen a la semana tres horas más a los deberes que los niños finlandeses cuyos resultados académicos, de acuerdo con los informes PISA, son de los mejores del mundo. Los deberes repetitivos y abusivos no mejoran el rendimiento escolar y sí afectan negativamente a la felicidad de los niños y a la calidad de vida de las familias.
Pedimos que se racionalicen los deberes de los alumnos españoles, con el establecimiento de unas pautas para que las tareas se desarrollen en un tiempo razonable y que estén acordes con la edad del estudiante. Pedimos que se eliminen cuanto antes los deberes abusivos.

Los deberes deberían estar consensuados entre los diferentes profesores de un mismo centro y estos deberían ser conocedores del tiempo que implica cada tarea y del conjunto de deberes que los estudiantes tienen cada día para que no resulten excesivos en su conjunto.

Si estás de acuerdo, firma en:

FUENTE:

Los deberes y el TDAH
Los deberes son una verdadera pesadilla para los niños con TDAH. También son la fuente de mayor estrés y motivo de muchos síntomas de ansiedad en padres e hijos.
Los deberes condicionan muchísimo y de forma muy grave. En España se da por hecho que los niños deben tener una jornada de trabajo superior a la jornada laboral de un adulto. Debe hacer deberes después de las 8 horas de estancia en el colegio, debe trabajar los puentes, fines de semana, Navidades y, la mayoría hasta en vacaciones de verano. Y los deberes son iguales para todos los niños, independiente de lo que sepan, de lo que hayan trabajado en clase, de sus notas y de su capacidad intelectual.
Una hora de deberes para un niño sin TDAH se convierte en 3 horas para un niño con TDAH porque está agotado, desmotivado y no tiene un profesional al lado (sino a su madre, normalmente). Si a las tareas habituales hay que añadir, los trabajos no terminados en clase y las tareas que necesita reforzar (normalmente, lectura, caligrafía o matemáticas…), los deberes se convierten en una pesadilla para el niño y su familia. Son un motivo de sanciones constantes: porque olvidó apuntarlos o traer el libro, porque no quiso hacerlos, los realizó mal o bien pero con mala presentación.

En España, los colegios todavía no están preparados para atender las necesidades educativas de los niños con Trastorno por Déficit de Atención o Hiperactividad
Las escuelas no están preparadas por desconocimiento del trastorno (saben qué es en general, pero todavía persisten muchos mitos sobre el TDAH). Además, el sistema no acompaña porque en muchas comunidades no hay un protocolo claro de actuación y cuando lo hay, el centro lo desconoce. De hecho, muchas veces son las asociaciones de padres las que tienen que informar a los centros sobre lo que hacer. También, porque, al final, el niño está en su aula dependiendo de su profesor (son de los pocos profesionales que trabajan sin otro adulto presente) y muchas cosas dependen al final de su buena formación, su buena actitud y su deseo de ayudar.
Isabel Orjales
Doctora en pedagogía y profesora de Psicología Evolutiva y de la Educación en la Facultad de Psicología de la UNED

FUENTE:

lunes, 2 de noviembre de 2015

AUTOCONTROL EMOCIONAL: cómo meditar en un minuto




Un minuto para meditar. Elsa Punset. 
El mundo en tus manos.

Tengas la edad que tengas, tu vida transcurre en un momento apasionante. No lo dudes. Nunca como hoy habíamos tenido acceso a tanta información y tantas posibilidades de conectar y colaborar con los demás. Si sabes aprovecharlas, tienes el mundo en tus manos.

Todos sentimos de vez en cuando una sensación pasajera de bienestar que nos descansa y nos da energía. ¿Sabéis entrar en ese estado a voluntad?
Hoy quería compartir con vosotros una técnica sencilla para saber hacerlo.
Compartirla, regalarla y disfrutarla. Porque vais a aprender a desconectar y recuperar fuerzas en solo un minuto.

Los humanos tenemos una mente maravillosa. Nos sirve para aprender, crear, inventar y recordar, pero también tiene una cara oscura: nos agobiamos, nos preocupamos y nos atascamos en pensamientos poco productivos o angustiosos.

Recuperar fuerzas en un minuto

Puedes aprender a entrenar tu mente para que no se atasque en esa parte oscura. 
Para ello, vamos a aprender lo que el psicoterapeuta Martin Boroson llama la "meditación en un momento”.

¿Qué es meditar? Es simplemente lograr que tu mente no divague hacia el futuro o el pasado, que no se atasque en pensamientos negativos. Enseñar a tu mente a estar en el presente sin juzgar ni agobiarse requiere un entrenamiento muy sencillo.

Aunque esta técnica que vamos a ver se llama “Meditar en un momento”, Martin Boroson recomienda aprenderla dedicándole un minuto. Porque un momento es un espacio de tiempo tan corto que nos cuesta medirlo. Un minuto, en cambio, tiene un principio y un final mucho más definido.
Así que vamos a empezar con un minuto.

Ponte cómodo

Ponte cómodo y, mientras practicas, asegúrate de que nadie te moleste durante tu minuto.

Siéntate recto, pero no rígido. 
Si quieres, imagina que de tu cabeza tira un hilo hacia arriba. 
Y tus manos las puedes poner como prefieras, pero simétricas.
Y, en breve, cuando escuches una campana, empezará tu meditación de un minuto. 60 segundos solo. 
Y te pediré que durante ese tiempo te centres en tu respiración.
Y vas a intentar, ese es tu reto, que tu mente no se disperse con pensamientos. Pero si lo haces, es muy normal, simplemente vuelve a traerla hacia tu respiración. Céntrate ahí, todas las veces que haga falta durante un minuto.

Si tu mente se distrae, vuelve a centrarla en tu respiración.

Bien, ya puedes cerrar los ojos, puedes sonreír o no, según te apetezca.

¿Estás cómodo? Atento a la campana…

Hemos terminado la meditación ¿Cómo te sientes?

Si te ha costado centrar tu atención en la respiración, es normal. Pero, poco a poco, a medida que practiques, se te hará cada vez más fácil.

Al principio, aplica esta técnica para meditar cuando estés estresado, enfadado, cuando te cueste dormir, cuando necesites tener una mente más clara o más creativa…todas las veces que quieras recuperar sosiego y tranquilidad. Y, poco a poco, verás cómo logras reducir ese minuto de meditación a un momento de meditación, que podrás utilizar cuando quieras, en cualquier sitio.

Y así, llenarás tu vida de serenidad, sin ocupar lugar ni tiempo.
¡Disfrútalo! Sé pionero. Entrena tu mente. 

¿Quieres meditar otro minuto?





jueves, 29 de octubre de 2015

LAS EMOCIONES EN EL TDAH. El cerebro dividido ¿Cómo me siento?



Inteligencia Emocional. El cerebro dividido
Sólo en los últimos años ha aparecido un modelo científico de la mente emocional que explica la forma en la que muchas de nuestras actividades pueden estar controladas emocionalmente. ¿Cómo podemos ser tan racionales en un determinado momento y tan irracionales al momento siguiente? También da cuenta de las razones y la lógica particular de nuestras emociones.
Los neurocientíficos utilizan el término “memoria de trabajo” para referirse a la capacidad de la atención para mantener en la mente los datos esenciales para el desempeño de una determinada tarea o problema. La corteza prefrontal es la región del cerebro que se encarga de la memoria de trabajo.
La amígdala forma parte del llamado cerebro profundo, ese donde priman las emociones básicas tales como la rabia, el miedo o el amor, y también el instinto de supervivencia, básico sin duda para la evolución de cualquier especie. Ella es la responsable de que podamos escapar de situaciones de riesgo o peligro, pero ella también es la que nos obliga a recordar nuestros traumas infantiles y todo aquello que nos ha hecho sufrir en algún momento.
En la danza entre el sentir y el pensar, la emoción guía nuestras decisiones instante tras instante, trabajando mano a mano con la mente racional y capacitando –o incapacitando- al pensamiento mismo.
Esto vuelve a poner sobre el tapete el viejo problema de la contradicción existente entre la razón y el sentimiento. No es que nosotros pretendamos eliminar la emoción y poner la razón en su lugar –como quería Freud-, sino que nuestra intención es la de descubrir el modo inteligente de armonizar ambas funciones.
Existen motivos neurológicos –ligados al papel que desempeñan los circuitos prefrontales en la toma de conciencia de las emociones- que justifican que determinadas personas puedan detectar con más facilidad que otras la excitación propia del miedo o la alegría y, así, ser más conscientes de sus emociones.
Mientras que el mundo suele presentarnos un desbordante despliegue de situaciones y de posibilidades, nos hace plantearnos preguntas tales como ¿En qué debería invertir los ahorros de mi jubilación? ¿Con quién debería casarme? Es así como el cerebro emocional se halla tan implicado en el razonamiento como lo está el cerebro pensante.
El conocimiento de las propias emociones, el conocimiento de uno mismo, es decir, la capacidad de reconocer un sentimiento en el mismo momento en que aparece, constituye la piedra angular entre el equilibrio de la mente y la sociedad, así como una inteligencia emocional adecuada.
La capacidad de seguir momento a momento nuestros sentimientos resulta crucial para la introvisión psicológica y para la comprensión de uno mismo. Por otro lado, la incapacidad de percibir nuestros verdaderos sentimientos nos deja completamente a su merced. Las personas que tienen una mayor certeza de sus emociones suelen dirigir mejor sus vidas, ya que tienen un conocimiento seguro de cuáles son sus sentimientos reales.
En cierto modo, todos tenemos dos cerebros y dos clases diferentes de inteligencia: la inteligencia racional y la inteligencia emocional,  y nuestro funcionamiento en la vida está determinado por ambos.
FUENTE:
https://www.youtube.com/watch?v=7Ax_n7CZRCg

Controlar las emociones para tratar el TDAH

Los niños y adultos con TDAH no sólo presentan dificultades en atención, desorganización, hiperactividad e impulsividad, sino también distintos problemas afectivos: labilidad emocional, excesiva reactividad emocional y carácter irritable. Estas dificultades emocionales se agrupan formando una dimensión denominada ‘desregulación emocional’.
Aunque el déficit en la regulación emocional no sea actualmente uno de los síntomas diagnósticos del TDAH, las diversas propuestas teóricas coinciden en indicar que constituye un aspecto fundamental del trastorno.
Los estudios que han explorado estos procesos de regulación emocional en niños y adultos con TDAH confirman que ambos tienen importantes dificultades para controlar sus emociones, especialmente cuando son negativas. Distintas investigaciones muestran que tanto niños como adultos con TDAH expresan mayores niveles de agresividad, depresión, tristeza y enfado que sus iguales sin TDAH.

Además, algunos datos sugieren que los niños con TDAH son incapaces de ocultar sus emociones incluso después de recibir instrucciones para hacerlo y que son menos empáticos que los niños control. Por otro lado, se ha observado una excesiva reactividad emocional en niños y adolescentes con TDAH durante la realización de deportes individuales y colectivos, y en adultos durante la conducción de su vehículo.

La regulación emocional desempeña un papel importante en el modelo ejecutivo de Barkley, y también en el del Dr. Brown, los cuales defienden que estas personas tendrán importantes dificultades para modular sus estados afectivos, ya que en este caso están implicados distintos procesos de control ejecutivo.

El Dr. Russell A. Barkley, Ph.D., científico, psicólogo e investigador norteamericano, y uno de los actuales expertos en Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad afirma que las personas con TDAH tienen una incapacidad para manejar las emociones.
Barkley señala que las personas que padecen este trastorno son muy emocionales y no saben gestionar sus emociones. Sostiene que las dificultades para modular las emociones observadas en las personas con TDAH están generadas por una disfunción primaria ejecutiva en los procesos de control inhibitorio y que parecen estar  presentes únicamente en los subtipos combinado e hiperactivo-impulsivo.
Las personas con este trastorno son "desinhibidos en todos los campos" y eso les lleva a tomar decisiones "demasiado rápido". Optan por lo inmediato, sin sopesar las repercusiones, y no valoran las acciones a largo plazo.
La autorregulación emocional es entendida por Barkley como un conjunto de procesos ejecutivos que nos permiten modular las emociones y que, en el caso de presentar una disfunción, pueden provocar una serie de problemas como, por ejemplo, un aumento de la respuesta emocional ante determinadas situaciones, una menor empatía, una menor capacidad de regular estados emocionales o una mayor dificultad para crear y mantener la motivación y la activación. El modelo de Barkley ha sido, posiblemente, el más influyente en las investigaciones realizadas hasta el momento sobre la regulación emocional en el TDAH.

Por su parte, el Dr. Thomas E. Brown describe el TDAH como un trastorno complejo en el que están deterioradas distintas funciones ejecutivas: activación, concentración, esfuerzo, memoria, acción y emoción. En relación con esta última, Brown afirma que muchos niños y adultos con TDAH tienen una baja tolerancia a la frustración y una dificultad crónica para regular sus emociones, características que los llevan a reaccionar de manera desproporcionada ante distintas situaciones o eventos. Estos problemas afectivos constituirían un aspecto fundamental del trastorno.

Otros investigadores van más allá, y se cuestionan si ciertos síntomas característicos del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad pueden dificultar el reconocimiento de distintos estímulos emocionales, como las expresiones faciales y la prosodia afectiva.
Según estas investigaciones, reconocer las emociones que están experimentando otros es una importante habilidad que facilita las interacciones sociales. Las intenciones y los estados emocionales se hacen visibles a través de señales afectivas como las expresiones faciales y la prosodia, por lo que una correcta identificación de éstas resulta fundamental para establecer relaciones interpersonales adecuadas.

Las habilidades relacionadas con el reconocimiento emocional apenas se han estudiado en el TDAH, ya que, hasta ahora, clínicos e investigadores han asumido que las personas con el trastorno no padecen problemas al respecto. No obstante, algunos estudios conductuales sugieren que los niños y adultos con TDAH tienen importantes dificultades para reconocer y comprender la información afectiva.

Según estas últimas investigaciones, los niños, adolescentes y adultos con TDAH tienen problemas en las habilidades que forman la competencia emocional: reconocimiento, regulación y expresión de las emociones. En relación con el primero, datos convergentes de distintas investigaciones indican que tanto los niños como los adultos con TDAH presentan importantes disfunciones en el reconocimiento de la información afectiva (p. ej., expresiones faciales emocionales y prosodia afectiva). Estas dificultades están presentes en los subtipos combinado e hiperactivo-impulsivo, no existiendo datos en relación con el subtipo inatento.

Algunos estudios han observado que las disfunciones detectadas en el reconocimiento emocional no están generadas por las deficiencias cognitivas características del trastorno (inatención, impulsividad), sino que constituyen un déficit primario, resultado de una serie de anomalías en los circuitos neurales subyacentes.

Asimismo, la evidencia científica también indica que las alteraciones en el sistema dopaminérgico, particularmente afectado en el TDAH, se relacionan estrechamente no sólo con alteraciones motoras y cognitivas, sino también con dificultades en distintos procesos emocionales y motivacionales. Además, el importante papel de la dopamina en el procesamiento emocional se pone de manifiesto gracias a distintos estudios hemodinámicos
En este sentido podríamos hipotetizar que, al menos parcialmente, las alteraciones en el procesamiento emocional en el TDAH se deben a una disfunción en el sistema dopaminérgico.

Hasta el momento sólo se dispone de datos conductuales que indican que tanto los niños como los adultos con TDAH muestran importantes dificultades para modular sus emociones, especialmente cuando éstas son negativas.

Asimismo, se subraya la necesidad de evaluar la competencia emocional de los niños y adultos con TDAH en la práctica clínica y de entrenar estas habilidades con el objetivo de reducir las dificultades de identificación de las emociones de los demás y de aumentar el control emocional de las personas con TDAH

FUENTE:


¿Cómo me siento? UNICEF. Cuaderno de trabajo para el niño 

Este cuadernillo de trabajo contiene una serie de actividades para realizar con niños y niñas, con el fin de incentivarlos a expresar sus sentimientos y emociones.


FUENTE: