TDAH = Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

miércoles, 29 de agosto de 2012

CLAVES PARA PREVENIR EL FRACASO ESCOLAR EN EL TDAH

En el marco del Seminario TDAH: origen y desarrollo, celebrado el pasado 09 de junio de 2011 y organizado por la Fundación Tomás Pascual y Pilar Gómez-Cuétara y el Instituto Tomás Pascual Sanz, la Dra. Isabel Orjales Villar pronunció la ponencia “Claves para prevenir el fracaso escolar en el TDAH”.


Parte del gran problema del fracaso escolar en el TDAH radica en que no se hace una individualización en el estudio de estos niños para valorar si realmente necesitan repetir, cuándo y el número de veces.
Hay que conseguir que en el colegio comprenda qué significa este trastorno. Actuar sobre los síntomas porque los síntomas se diagnostican antes que el trastorno. Y no podemos esperar al diagnóstico para proporcionar las medidas psicoadaptativas.
Por un lado, está la intervención en el aula y, por otro, una intervención psicoeducativa en la que se incluya entrenamiento en las habilidades del aprendizaje.
Dado que hay comorbilidad con trastorno de aprendizaje, en paralelo a la valoración del TDAH se deben valorar las dificultades de aprendizaje y, probablemente, el diagnóstico sea más claro que el de TDAH.
Explicar a los profesores qué es el TDAH
Es un trastorno con un sustrato neurobiológico, que puede ser desde leve a grave, pero no tenemos nada con lo que medirlo, sólo podemos intuirlo.
Se nace con la condición de TDAH pero la expresión del trastorno puede tener lugar a lo largo del desarrollo. Y sobre esa condición biológica incide el efecto de la educación como inhibidor o moderador de ese potencial. Y de ahí llegamos a lo que nosotros utilizamos para el diagnóstico, que es la expresión sintomatológica y el grado de desadaptación.
Cuando diagnosticamos y evaluamos a un niño tenemos que saber que desgraciadamente no podemos medir la afectación neurobiológica de fondo sino que estamos midiendo la afectación neurobiológica más el impacto que lo educativo ha tenido sobre ello.
Pero, además, estamos hablando de que este trastorno se asocia a estructuras cerebrales que están en proceso de maduración y nos dicen que el lóbulo frontal, habitualmente, no termina de madurar hasta después de la adolescencia. Y estamos diagnosticando niños que están madurando. Entonces ¿cómo estamos diagnosticando un déficit en funciones que están madurando? Pues por la sencilla razón de que constatamos que esas aéreas cerebrales no maduran de la misma manera que los niños de su edad. El trastorno existe en comparación con la población general, con el desarrollo de los niños de su edad, no por la presencia únicamente de unos síntomas. Pero se madura porque hay una estimulación ambiental y educativa, y el momento del diagnóstico depende muchas veces en el lugar en que ha estado, la exigencia ambiental. No es lo mismo el autocontrol motor que se exige en un país latino que en Japón, por ejemplo. Y también del entrenamiento, debido a la educación en general, y entrenamiento específicos que hagamos con los niños.
Esto quiere decir que debemos cuestionarnos que la intervención psicoeducativa es fundamental porque si no el TDAH se nos convierte en un trastorno negativista desafiante con adicción a las drogas y trastorno disocial, etc.
Es decir, la intervención psicoeducativa es protectora del deterioro. ¿Pero la intervención psicoeducativa en general puede ser moduladora del trastorno? ¿Podríamos incidir en programas de intervención que pudieran modificar el curso de ese trastorno? ¿Y moderarlo?... Esto supone estudios de investigación muy complicados.
Situación en el aula
En el aula vamos a tener niños ya diagnosticados de TDAH y niños no diagnosticados, bien porque nadie los ha derivado, porque están confundidos con niños mal criados, o porque la intensidad de los síntomas o el nivel de desadaptación todavía no es lo suficientemente exagerado como para que los especialistas consideren que estamos en "la valla" de la patología.
Estamos hablando de síntomas que tienen todos los niños de su edad evolutivamente. Pero, ¿cuándo se convierten en patológicos?, cuando son desadaptativos. ¿Cuándo son desadaptativos?, cuando el sistema de contención fracasa.
En el aula vamos a tener niños que el profesor intuye que neurobiológicamente están fatal pero que comportamentalmente están bastante ajustados, mucho más de lo que se esperaría y que académicamente van funcionando aunque se les ve muy hiperactivos, muy dispersos. Y niños con un patrón que aparentemente se intuye menos severo pero que tienen un cuadro de lo más florido. Y el resto de los tipos.
A los profesores se les ha trasmitido durante años que necesitan un diagnóstico para aprender como se trata a ese niño, pero nos hemos olvidado de que el profesor lo que tiene es que resolver los problemas del aula.
No hay que plantearse el diagnóstico porque es muy complejo: tiene que ser multidisciplinar desde el primer momento y va mucho más allá de lo que tú como profesional puedes ver en el aula, que son los síntomas. Pero además, porque no se necesita que el niño esté diagnosticado para tener la responsabilidad y la oportunidad de intervenir para modificar esto, aunque por supuesto, si tienes un diagnóstico y una descripción del perfil cognitivo, comportamental, emocional y académico del niño tienes una información para ponerte en marcha mucho más rápido y eficazmente.

Siempre han existido buenos profesionales que han sabido tratar niños. Sin embargo el papel del profesor no sólo es fundamental sino vital, porque el profesor tiene la situación ideal: tiene niños haciendo actividades que requieren atención sostenida, autocontrol emocional y motor, planificación, autonomía en el trabajo, y tiene lo que le permite ver si es ajustado o no ese comportamiento (24 niños de la misma edad haciendo lo mismo al mismo tiempo). Además puedes intuir qué necesidades y adaptaciones necesitaría ese niño para poder funcionar.
¿Qué papel tienen los profesores?
Respecto a los padres, informar, pero no hablando del trastorno por mucha formación que tengamos, sino de los síntomas, en qué medida son desajustados para la edad y en qué medida le crean problemas. Y si el padre pregunta si puede ser hiperactivo o no, le digo que podría encajar pero que lo debe ver un grupo de especialistas.
En la entrevista con los padres, el docente tiene que decir: "esto es lo que yo conozco de tu hijo, me gusta, me preocupo por él, te advierto de que esto es lo que estoy detectando, en qué medida le crea problemas..."
Y nuestra posición como profesionales, "he detectado este problema y he tomado estas medidas para solucionarlo, tales medidas han funcionado, en otras necesito tu ayuda, y en otras no consigo que funcione y necesitamos los dos ayuda profesional".
Respecto a los profesionales, cuando orientadores o médicos nos mandan cuestionarios de conducta, que cada profesional docente rellene el suyo, determinando de qué modo conoce al niño, cuál es la relación, qué tipo de asignatura y las diferencias trascurrido el tiempo.
Estos cuestionarios hablan de intensidad. Sin embargo el profesional que valora al niño tiene que evaluar intensidad y desadaptación. Por ej. una niña que defeca en la braguitas, ¿es normal? Si tiene 2 años y medio, es normal; pero si es mayor, no tiene diarrea, no hay problemas con los baños del cole (por ejemplo están muy lejos), tiene 8 años y lo hizo delante de sus compañeros... pues eso indica un grado de desadaptación muy importante. Es decir, lo pida el profesional o no, adjuntaremos al cuestionario información de otros profesionales, del que cuida el recreo, del de comedor, de los profesionales especialistas y, además, ejemplos de desatención, de hiperactividad, de falta de autorregulación, ejemplos de trabajo de escritura... lo más descriptivos posibles.
¿Qué hacemos en el aula?
Cambiar de actitud, vamos a ver qué síntomas hay y qué hacemos si no termina las tareas. El seguimiento debe ser más cercano: "haz dos ejercicios y vienes a enseñármelo, te felicito y vuelves a hacer otros dos". Que nuestro objetivo sea que terminen el curso mejor que lo empezaron en lo académico, lo social y lo personal.
El niño con TDAH es el hermano pequeño de todos los niños de la clase y en todas las habilidades que se implican educativamente funciona como un niño más pequeño. Si lo vemos así, sabremos cómo tenemos que actuar y no tendremos la sensación de que estamos sobreprotegiéndole. Hay que partir del nivel de necesidades que tiene e ir exigiéndole
¿Qué pasa si no es TDAH y le estamos mimando mucho y hablamos con sus padres ...? Pues no va a pasar nada malo, va a estar muy contento, va a mejorar y pronto le vais a poder soltar de la mano. La mejoría va a ser que las adaptaciones se van a reducir.
Programa de entrenamiento en aprendizaje
La ortografía es memoria visual, olvidemos las reglas ortográficas -que ni siquiera los padres sabemos-. Si se escribe con "b" o con "v" lo escribo dos veces y la que me suena más es la que vale. Los niños con TDAH tampoco serían capaces de activar en su memoria cuando están haciendo un dictado las reglas ortográficas que tendrían que aplicar. Se trabaja sobre listas de palabras, sobre apoyo con imágenes y las autoinstrucciones como una ayuda para enseñar a pensar.
Los niños con TDAH tienen mayor inmadurez en la decodificación de instrucciones escritas, por lo tanto no van a desentrañar los problemas de matemáticas sino son capaces de mantener toda la información en la memoria de trabajo. Tampoco van a ser capaces de desentrañar un problema si no les enseñamos a representar la información visualmente con un esquema gráfico en un papel. Hay que flexibilizar los deberes porque se debe seguir el ritmo de sus compañeros y evitar el fracaso escolar. Los profesores se deben concienciar.
Los niños con TDAH en el horario escolar tienen que tener un espacio para ordenar su vida. Tampoco saben hacer exámenes con desarrollo, no es cuestión sólo de que se les examine oralmente sino que haya un entrenamiento en hacer exámenes escritos.
Dra. Isabel Orjales Villar, Profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Psicología de la UNED

Conclusión:
El docente, como profesional, puede observar en el alumno los síntomas de TDAH. Y, aún sin diagnóstico, lo verdaderamente importante es que asuma la actitud y la responsabilidad de intervenir para trabajar con el niño/adolescente, realizar las adaptaciones necesarias y minimizar las dificultades del alumno.

FUENTE:

sábado, 25 de agosto de 2012

NUEVO LIBRO de ISABEL ORJALES sobre el TDAH



TDAH: ELEGIR EL COLEGIO, AFRONTAR LOS DEBERES Y PREVENIR EL FRACASO SOCIAL
Autora: Isabel Orjales Villar
Editorial: PIRÁMIDE. Año edición: 2012
ISBN: 9788436826531
Nº de páginas: 296 págs.
Precio: 15€
SINOPSIS 
Esta obra es una guía que trata de orientar a los padres de niños con TDAH (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad) y con riesgo de tenerlo, para afrontar la vida escolar con sus hijos. Habla de la necesidad de desprenderse de los malos augurios que rodean al trastorno, de la elección del colegio, del mejor modo de hablar con los profesores, de cómo potenciar el valor terapéutico de las actividades extraescolares, de estrategias para sobrevivir a los deberes y de cómo organizar el refuerzo educativo durante el verano. 
También incluye orientaciones específicas sobre el modo de implementar actividades de refuerzo académico en aquellas áreas que la investigación señala de mayor riesgo, de tal modo que permitan a sus hijos construir un andamiaje sólido para sus futuros aprendizajes adelantándose a posibles problemas y reduciendo el riesgo de fracaso escolar.
Así, se incluyen actividades y orientaciones para:
Conseguir que practique la lectura sin odiar la lectura.
Entrenarle para descifrar los enunciados matemáticos.
Enseñarle a hacer resúmenes y esquemas.
Superar la odiada ortografía de una forma eficaz y divertida.
Optimizar su rendimiento en los exámenes.
ÍNDICE
Cap. 1: Enmarcando el problema
  • El riesgo del fracaso escolar
  • Las diferencias individuales
  • Evolución positiva del TDAH
  • Cómo ayudarles a afrontar el colegio y el instituto
  • ¿Necesitan colegios especiales?
  • Estrategias para elegir el centro adecuado
Cap. 2: El niño con TDAH y los profesores
  • Hablar del diagnóstico: ¿Y si le etiquetan?
  • Ponerse en la perspectiva del profesor
  • ¿Qué piensa el profesor de mi hijo?
  • Afrontar las cosas con sentido común
  • Cómo hablar con el profesor sobre su TDAH
  • Apoyar al profesor para sentirse apoyados
  • ¿Y si el profesor no parece comprender el problema?
  • Ser operativos en la búsqueda de soluciones
  • Cuándo y cómo plantearse un cambio de centro
Cap. 3: Deberes, castigos y refuerzos en verano
  • Dónde y cómo debe estudiar
  • ¿Hasta cuándo apoyarle?
  • Padres reciclados en profesores particulares
  • El gran reto: conseguir que estudie solo
  • Cuando los deberes se complican
  • Castigos para casa
  • ¿Refuerzo en verano?
  • ¿Repetir o no repetir curso?, esa es la cuestión
Cap. 4: Habilidades y aprendizajes básicos que pueden entrenarse en casa
  • Refuerzo de las habilidades fonológicas para prevenir problemas de lectura
  • Practicar la lectura sin odiarla
  • Comprender instrucciones y enunciados escritos complejos
  • Mala caligrafía y caos en el papel
  • Superar la odiada ortografía
  • Memorizar las tablas y realizar cálculos automáticos
  • Comprender cuándo sumar, restar, multiplicar o dividir en problemas matemáticos sencillos
  • Cómo descifrar problemas matemáticos complejos
  • Enseñar a pensar reflexivamente
  • Aprender a definir conceptos
  • Aprender a estudiar: activar los conocimientos previos
  • Aprender a estudiar: extraer las ideas principales y hacer esquemas
  • Entrenarse para realizar exámenes escritos
Cap. 5: El poder reparador de las actividades extraescolares
  • Cómo aprovechar las actividades extraescolares
  • Aprovechar el respiro
  • Práctica sí, pero moderada
  • ¿Cuáles son las actividades más adecuadas?
  • Cómo evitar que le expulsen de las actividades extraescolares
  • ¿Y si está realizando una actividad que le encanta pero no le conviene.
Cap. 6: A modo de reflexión final
Cap. 7: Bibliografía comentada

Isabel Orjales:
Doctora en pedagogía y Máster en Educación Especial, desarrolla su trabajo como profesora de la UNED y en el Instituto para la Investigación y Atención Psicopedagógica (Child Instituite).
Autora de varios libros y diferentes programas y artículos sobre TDAH, la Dra. Orjales ha centrado su actividad profesional en estos niños, niñas y adolescentes, así como en la orientación de sus familias y profesionales del ámbito de la educación y de la salud.
Según la Dra. Orjales, las características del TDAH son incompatibles con el rendimiento académico, dificultan el comportamiento en el aula y favorecen la pérdida de información, generando falta de base académica.

miércoles, 15 de agosto de 2012

NO SOY YO, ES MI DÉFICIT ATENCIONAL



Son los que dicen la broma justo en el momento menos oportuno. Los que muchas veces no se dan cuenta de que el otro está algo más que molesto de que le digan lo que no quiere escuchar. O los que, sin esperar el turno y no encontrando nada malo en eso, interrumpen con su opinión. El resto los califica de poco atentos, desconsiderados y mal educados. Y de ellos siempre piensan “¿cómo no se da cuenta...?”. Y, no, justamente ese es el problema: NO SE DA CUENTA. Porque uno de los rasgos menos conocidos del déficit atencional es la dificultad que tienen las personas diagnosticadas para detectar las emociones más sutiles. Inmadurez cerebral y, precisamente, la dificultad para poner atención son las principales causas.
El trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) se entiende como la dificultad para mantener la atención, controlar impulsos y el nivel de actividad. Pero esa mirada se ha restringido, la mayoría de las veces, al ámbito académico en los niños y adolescentes y en problemas de atención en el trabajo en adultos.
Pero el TDAH también involucra el mundo de las emociones. Ese es el resultado de un estudio realizado por el neurofisiólogo y académico Vladimir López, de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica de Chile, que indagó en cómo es la respuesta a los distintos tipos de emociones en un grupo de 80 niños y adolescentes entre 9 y 14 años, con y sin TDAH a los que les mostraron en laboratorio más de 300 imágenes de emociones.
Los resultados de la investigación, un proyecto Fondecyt de Conycit, muestran que los niños con TDAH obtienen peores resultados en el reconocimiento de expresiones faciales de contenido emocional más sutiles como ironía o desagrado. Presentan también una mayor tendencia a confundir la emoción, especialmente en los rostros neutros. Por ejemplo, en el caso de la alegría, el grado de acierto del grupo sin TDAH era 79,6%, lo que en el grupo con TDAH disminuía a 63,3%. En el caso de la tristeza, fue 77,3% en el primer grupo y 64,3% en el segundo. Los errores también eran mayores en ellos, mientras el grupo de control tenía 8,6% de errores en la detección de la rabia, ese porcentaje aumentaba a 13% en el grupo con TDAH.
El estudio también abordó el manejo de las relaciones sociales. Lo que en el caso de los niños con el trastorno se reflejó en un mayor número de conductas desafiantes: 26,67% presentaba alto riesgo de hostilidad e irritabilidad y 53,33% conductas agresivas.
Es decir, esas pequeñas claves con contenido emocional que la mayor parte de las personas capta de manera automática -porque revelan agrado o desagrado- y se ajusta a ellas según las interpreten, no son tan claras para quienes tienen TDAH”, dice el especialista. En estos casos, “hay que considerar que hay situaciones que no son de aprendizaje escolar, pero que son cruciales y ahí hay una necesidad de intervenir”, indica López sobre una conducta que tiene un correlato cerebral: las zonas asociadas a la conducta social, como la corteza prefrontal y la amígdala, están inmaduras en ellos. Es lo que explicaría las diferencias en el reconocimiento de las emociones. Lo comprobó un estudio del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, que analizó a través de resonancia magnética el cerebro de 400 niños y adolescentes con y sin esta condición: si en los niños sin TDAH la corteza cerebral alcanza su máximo grosor (cuatro milímetros) entre los siete u ocho años, en los niños con esta condición, sucede tres años después, entre los 10 y los 11 años.
Adulto desconcentrado
Se estima que un 50% de los casos diagnosticados de TDAH en la niñez o en la adolescencia mantiene síntomas que perduran en la vida adulta. Así, las interferencias en el colegio se trasladan después a las relaciones sociales y al trabajo. Y esta es una realidad para el 4% a 5% de los adultos, explica Ari Tuckman, sicólogo clínico especialista en diagnóstico y tratamiento en niños y adultos con déficit atencional. Pero en los adultos, además de los problemas de concentración y de reconocimiento de emociones sutiles, suelen sumarse otras complicaciones: 25% presenta alteraciones de la conducta, 25% ansiedad, 22% depresión y problemas de aprendizaje.
Sobre el perfil de estos adultos, un estudio de la Unidad de Memoria de la U. Católica de Chile determinó que muchos de los adultos que consultan por problemas de memoria, impulsividad e ineficiencia, “no tienen un problema para reconocer emociones. Son aquellos rasgos más sutiles que tienen un contenido emocional donde fallan, como en una expresión de desconfianza o inseguridad en el otro”, explica López.
De hecho, sus habilidades sociales son buenas, recalca Tuckman. Pero aquellos aspectos tenues, por su distracción, dice el especialista, les parecen menos obvios que una emoción más pura o más bien extrema, como furia o alegría. “Por ejemplo, pueden interrumpir a alguien con una broma que ellos mismos creen que es muy divertida y no se detienen un segundo para evaluar que esa persona podría ser ofendida por esa broma”, indica.
Sin duda, el origen de esta dificultad con las emociones del rango más sutiles va de la mano de su falta de atención. “Es difícil dar una respuesta adecuada a una situación si se olvida de algo de lo que está sucediendo en la misma situación”, aclara el sicólogo.
FUENTE:
IMAGEN: Google

miércoles, 8 de agosto de 2012

INTERVENCIÓN EN NIÑOS Y NIÑAS CON TDAH



El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) presenta una serie de manifestaciones que pueden hacer que el rendimiento académico del niño con TDAH esté por debajo de lo esperado para su edad o, incluso, que las relaciones sociales se vean también comprometidas por el carácter del pequeño / adolescente.
Por este motivo, es necesario identificar lo más tempranamente posible los síntomas para que, mediante una intervención específica e individualizada en niños y niñas con TDAH, se favorezca el óptimo desarrollo de todas sus aptitudes.
Antes se suponía que los problemas asociados a la hiperactividad desaparecían durante la adolescencia pero, si bien es cierto que muchos hiperactivos mejoran debido a la maduración fisiológica que comporta la propia adolescencia, muchos de sus problemas, sobre todo cuando no se han tratado, se mantienen durante la juventud y la edad adulta.
Generalmente, el tratamiento farmacológico ha sido el vehículo habitual para tratar el TDAH, llegando en ocasiones a no contemplarse otras posibilidades.
Actualmente se consideran también otros métodos, como puede ser la psicoeducación, es decir, los métodos educativos conductuales y los cognitivo-conductuales, para mejorar la atención, para ayudar a controlar la excesiva actividad motriz, para mejorar las relaciones sociales y para aprender a enfrentarse a las tareas con posibilidades de éxito.
También el refuerzo de las habilidades escolares deficientes y la adecuación de los objetivos a las necesidades y capacidades del niño mejoran su ajuste escolar y colaboran a un mejor rendimiento.
No hay que olvidar que el TDAH se trata de un problema complejo para el que se necesitan soluciones inteligentes y enfoques integradores, adaptados a cada niño/a.
CARACTERÍSTICAS DEL TRATAMIENTO
Es muy difícil decir qué tratamiento es el mejor y cuál es el peor para abordar a un niño con TDAH. Puede ser que un niño no responda favorablemente a un tipo de tratamiento y que otro le funcione bastante bien, mientras que en otro caso distinto el tratamiento deba ser completamente diferente.
Por eso, al iniciar cualquier tipo de intervención, es necesario tener muy en cuenta y sin excluir ninguno los aspectos comunes que comparten las intervenciones destinadas a tratar los problemas complejos que definen este trastorno.
Uno de estos aspectos fundamentales es el de individualización. Esto significa que no existe un tratamiento universal para el TDAH, ya que las respuestas de los niños al mismo varían mucho de unos casos a otros. La variabilidad de los síntomas, el tipo de problemas asociados que puedan surgir o los diferentes factores familiares en el desarrollo del trastorno hacen que sea necesario un tratamiento individualizado para cada caso en particular.
Por otro lado, tenemos la contextualización, ya que cuando se inicie el tratamiento debemos tener en cuenta los aspectos peculiares del contexto donde se llevará a cabo: la forma de reaccionar e interaccionar los padres y demás personas cercanas al pequeño, las exigencias o los recursos de los que se dispongan, etc.
Igualmente, el trabajo interdisciplinar es muy importante, ya que debe existir una acción de tratamiento coordinada entre todos los profesionales que intervienen en la vida de estos niños. La intervención temprana en niños y niñas con TDAH puede desarrollarse desde distintos enfoques que pueden combinarse en función de las necesidades especiales que presente cada niño concreto.
TIPOS DE INTERVENCIÓN
A nivel psicoeducativo, en los niños con TDAH son muy efectivas las técnicas de modificación de conducta. Entre las más recomendadas se encuentran la alabanza, el refuerzo positivo, la economía de fichas, la extinción, o el tiempo-fuera.
Sin embargo, además de ayudarles a regular su conducta desde fuera mediante las técnicas conductuales mencionadas, es importante enseñarles también a controlarse por ellos mismos. Por ello, es fundamental que uno de los objetivos del tratamiento sea adiestrarles en el desarrollo de habilidades cognitivas de autorregulación.
Otro componente fundamental de la intervención en niños con TDAH es proporcionarles ayuda en el área de las habilidades sociales.
Igualmente, la intervención dentro del ámbito familiar es imprescindible, ya que existen varios factores como el estrés, los conflictos o las prácticas disciplinares inadecuadas que incrementan el riesgo de los niños a padecer problemas de conducta o de aprendizaje y que van a entorpecer el éxito de las demás intervenciones.
La intervención psicopedagógica también constituye un pilar fundamental en el tratamiento combinado del TDAH, pues comprenderá desde las intervenciones encaminadas a mejorar el rendimiento académico del niño o adolescente (mediante reeducación psicopedagógica) hasta aquellas dirigidas a la mejora del entorno escolar y, por lo tanto, de su adaptación a éste (mediante un programa de intervención en la escuela y la formación a los docentes).
Cuando el profesional médico lo considera necesario, también se recurre al tratamiento farmacológico, siendo los psicoestimulantes los fármacos más usados para el tratamiento del TDAH actualmente. Los estimulantes potencian la acción de distintos neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina, estimulando zonas el cerebro relacionadas con la atención, la activación y los procesos inhibitorios.

Es evidente que no existe un único modelo de tratamiento en niños y niñas con TDAH, por lo que es necesario llevar a cabo un exhaustivo estudio de cada caso en particular para ver qué tipo de metodología es la más apropiada y lograr así un mayor rendimiento.
EN RESUMEN:
El TDAH es un trastorno que afecta a los distintos ámbitos de la vida del niño / adolescente, por lo que el tratamiento que ofrece mejores resultados es multidisciplinar y sistémico. 
CON EL NIÑO, NIÑA O ADOLESCENTE
Psicoeducación: se le explicará al niño/a diagnosticado con TDAH en qué consiste el trastorno y las dificultades con las que se puede encontrar, así como la ayuda y soporte que se le van a dar para superar estos obstáculos.
Terapia psicológica: En función de cada caso particular, se establecerá un plan de trabajo para trabajar las principales dificultades que presente el niño en distintos niveles:
  • Conductual: técnicas de modificación de conducta (alabanzas y otros refuerzos positivos, economía de fichas, extinción o tiempo fuera, por ejemplo), para corregir conductas inadecuadas.
  • Cognitivo-conductual: sesiones reeducativas para mejorar las habilidades cognitivas de autocontrol, resolución de problemas, relajación, para fomentar la autonomía, la organización y la planificación en todos los ambientes en los que interactúa –familia, escuela, amigos-, así como mejora de la atención, de la inhibición y del control motriz.
  • Social: mejora de las habilidades sociales.
Terapia psicopedagógica debe incluir acciones encaminadas a:
  • Mejorar el rendimiento académico de las diferentes áreas, aplicando adecuaciones curriculares acordes a las necesidades del alumno, reforzando conceptos trabajados en la escuela y que al niño/a le cuesta asimilar. La mayoría de las veces sólo son necesarias adaptaciones metodológicas.
  • Trabajar los hábitos que fomentan conductas apropiadas para el aprendizaje, facilitadoras de un buen estudio y cumplimiento de tareas, (como el refuerzo de la habilidad organizativa para trabajar, manejo del horario y el control de la agenda escolar), los estilos de aprendizaje, las áreas fuertes y débiles y las técnicas de estudio (prelectura, lectura atenta, análisis y subrayado, síntesis y esquemas o resúmenes).
  • Elaborar y enseñar estrategias para la preparación y elaboración de exámenes. 
  • Mejorar la autoestima en cuanto a las tareas y el estudio, identificando habilidades positivas y aumentando la motivación por el logro.
  • Reducir o eliminar comportamientos inadecuados, como las conductas desafiantes. Recordemos que es muy frecuente que el TDAH se acompañe de otros trastornos asociados, como el negativista desafiante.
Terapia farmacologica
: Considerando las particularidades de cada niño/a existe la posibilidad de administrar estimulantes (Metilfenidato o Atomoxetina) que mejoran la atención del niño/a y remiten la hiperactividad. Las dosis del fármaco varían en función de cada niño/a, su nivel de desarrollo y su respuesta al tratamiento.
Actualmente existen dos principios activos:  atomoxetina y metilfenidato.
  • La Atomoxetina, comercializada bajo el nombre “Strattera”, presenta resultados satisfactorios, sobre todo, para el subtipo predominantemente inatento de TDAH.  Es un inhibidor de la recaptación de noradrenalina.
  • Para los otros dos subtipos de TDAH, el hiperactivo y el combinado el principio activo que se utiliza actualmente es el Metilfenidato, un medicamento psicoestimulante que incrementa los niveles de dopamina y noradrenalina en el cerebro. Este principio activo se comercializa en tres formatos distintos, “Rubifén”,  “Medikinet” y “Concerta”. Estos fármacos tiene el mismo principio activo, sin embargo, la forma en la que se libera la sustancia activa es distinta.
    1. Liberación inmediata (Rubifén): el efecto se puede observar rápidamente  y su duración es de unas 4 horas aproximadamente. Es habitual que las personas que toman este fármaco tomen dos dosis al día para que el efecto cubra mañana y tarde.
    2. Liberación modificada (Medikinet): Sus efectos también se observan rápidamente pero son más duraderos en el tiempo ya que la dosis se libera de forma repartida en el tiempo. Por este motivo se suele tomar una sola dosis. Con efecto en la mañana y la tarde.
    3. Liberación prolongada (Concerta) Sus efectos tardan más tiempo en ser observables en la conducta y sus efectos perduran hasta prácticamente la noche. 
Cada persona responde de forma distinta a cada una de las formas de liberación, por lo que será necesario un control por parte del profesional sanitario que recete el fármaco para conseguir el mejor efecto.
CON LOS PADRES  Y PROFESORES
Psicoeducación: Se debe explicar tanto a los padres como al tutor o profesores que del niño/a qué es el TDAH y la sintomatología asociada, a fin de que comprendan el comportamiento del niño/a con TDAH
Además, debemos ser muy disciplinados y manteniendo un ambiente estructurado: usar un cronograma de actividades para que sepan que a tal hora se levantan o en qué momento deben hacer las diferentes tareas, y todos los días deben ser iguales, para que ellos no tengan que pensar qué tienen que hacer, para que se convierta en una costumbre. Es muy importante la rutina. También es bueno tener en un lugar bien visible, una lista de las cosas que no se deben hacer -como gritar o empujar- y los premios que pueden obtener si se portan bien. La educación de los niños, niñas y adolescentes con TDAH requiere de mucho orden y constancia, que debe seguir toda la familia.
El TDAH no es un trastorno del aprendizaje pero, a menudo, un niño con este trastorno se asocia con bajo rendimiento escolar, poco interés y motivación en clase, mala conducta intencionada y/o ausencia para mantener la atención.   El contacto directo y continuo de la familia con los especialista médicos, psicólogos y profesores debe ser fluida y coordinada, sin fisuras o desacuerdos en el equipo y estableciendo objetivos comunes.
A nivel escolar no siempre se precisa hacer una disminución de la exigencia, pero hay estrategias que mejoran la eficacia de los niños a la hora de obtener mejores resultados. A veces se debe organizar las tareas de los niños de forma parcial y secuencial, ya que ellos no se pueden organizar solos. También se enseña a los niños a controlarse y monitorizar sus actividades inapropiadas, para que se vayan dando cuenta de cómo sus comportamientos interrumpen y molestan a los demás, y cómo intentar reducirlos. Por esto, padres y profesores deben aprender las técnicas y estrategias que se trabajan con el niño/a en la intervención psicológica, para que puedan reforzarlas y generalizarlas aplicándolas en los distintos ambientes del niño.
Igualmente se debe intervenir con los padres para enseñarles a poner en práctica, monitorizar y reforzar el uso continuado de las tareas de gestión y organización del estudio en el hogar.
FUENTE: