TDAH = Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

jueves, 23 de febrero de 2012

PREVENIR LA AGRESIVIDAD INFANTIL



Muchos niños muestran comportamientos agresivos como pegar, empujar, arañar o morder. Este comportamiento suele aparecer al comenzar Educación Infantil pero, en algunos casos, se prolonga a lo largo de los años escolares.
TENER EN CUENTA
La presencia de estas conductas hasta los 5 o 6 años puede ser un proceso normal ya que, a esa edad, la capacidad de autocontrol es todavía reducida. Pero, aunque su presencia forme parte del desarrollo, se trata de comportamientos inadmisibles que hay que corregir.
  • El comportamiento agresivo tiene consecuencias negativas para los demás niños porque puede provocar daños y heridas importantes.
  • Pero también tiene consecuencias para el propio agresor. Si este comportamiento se repite, el niño será rechazado y evitado por los demás. Además, está aprendiendo una forma inadecuada de actuar que, cuando sea un poco mayor, le traerá consecuencias negativas.
  • Por último, un niño o niña agresivo, se arriesga a que sea también objeto de una agresión por otro niño como respuesta a su conducta.
FACTORES QUE PUEDEN ESTAR ASOCIADOS
  • El ejemplo de sus padres. Los niños aprenden por imitación y si en el hogar muchas situaciones se resuelven con cierta violencia, el niño aprenderá esa forma de resolver problemas similares.
  • Las dificultades de comunicación. Los retrasos del lenguaje o las dificultades para expresarse, favorecen estos comportamientos.
  • La exposición a escenas violentas. La frecuente exposición a escenas violentas aumenta la agresividad de los niños, porque aprenden un modelo que tratarán de imitarlo posteriormente. Programas de televisión, películas, deportes de lucha, videojuegos y similares, con cierta carga de violencia también contribuyen directamente a que reproduzcan conductas agresivas.
  • Ambientes familiares competitivos. Ambientes familiares donde los niños están descuidados, no existen normas coherentes y donde de alguna manera impera la “ley del más fuerte”, son proclives a que se desarrollen comportamientos violentos.
  • Poca tolerancia a la frustración y estrés. Los niños que toleran poco las frustraciones o que están sometidos a situaciones de estrés, también suelen ser más violentos.
  • Otras razones que pueden influir son la falta de habilidades sociales para resolver situaciones conflictivas de manera adecuada y, sobre todo, que el niño consiga, con su comportamiento violento, dominar a los demás y obtener beneficios, porque de esta manera está recibiendo un “premio” a ese comportamiento inadecuado.
MEDIDAS QUE DEBEN ADOPTARSE
  1. Hablar con el niño: explicar que las conductas violentas, como arañar o pegar, son inadecuadas y las consecuencias negativas que tienen para los demás niños y para él mismo. Debemos enseñarles otras opciones adecuadas como respuesta a esas conductas
  2. No exponer a escenas violentas: debemos procurar que los niños no presencien escenas violentas, ya sean en películas, videojuegos, espectáculos deportivos, etc. Muchas veces, los niños no distinguen entre la realidad y la ficción y tratarán de reproducir esas situaciones en su vida real.
  3. Ejemplo en el hogar: los niños aprenden por imitación. El ejemplo que le demos a nuestro hijo o hija será decisivo. El niño debe ver en sus padres un modelo de afrontar las situaciones dialogando, negociando, pero sin recurrir a la violencia física o verbal. Debemos tener en cuenta que nuestros hijos nos observan y escuchan siempre.
  4. Enseñar otras opciones: los padres debemos enseñarles, de manera concreta, alternativas a su conducta, es decir, cómo puede resolver las situaciones de otra manera. Esto se suele hacer reflexionando sobre episodios sucedidos en el colegio o en situaciones en las que se está en contacto con otros niños, por ejemplo, en el parque.
  5. No reforzar las conductas agresivas. Sin querer, muchas familias “premian” el comportamiento agresivo de su hijo. Bromeando, presumen de esta forma de ser ante otros familiares y amigos, con comentarios como “preferimos que él pegue a que le peguen”. De esta forma están aprobando el comportamiento de su hijo o hija. En otros casos, se etiqueta al niño como “pegón”, lo que también refuerza este tipo de conducta
  6. Elogie y apruebe. Sorprender al niño resolviendo las situaciones adecuadamente, con sus hermanos u otros niños. En esos casos, debemos prestarle una especial atención, elogiando y aprobando su conducta. Será una forma muy concreta de decirle: “me gustaría que actuaras así la próxima vez”.
  7. Adopte medidas. Cuando el niño pegue o agreda a otro niño, adopte medidas de manera que ese comportamiento tenga consecuencias negativas. Las medidas se deben adoptar lo antes posible. En primer lugar debemos regañarle y dejarle bien claro que no queremos que se comporte así, de manera breve aunque firme. Si acaba de presenciar una reacción violenta, utilice la técnica de “tiempo fuera”: déjelo en un lugar aburrido pero supervisado, tantos minutos como años tiene.(1 minuto por año). Otra forma de actuar, consiste en retirarle algunos privilegios como: no poder ver la TV o retirarle un juguete. Aquí, el criterio general será retirárselo tantas horas como años tiene
  8. Si nada funciona. Si a pesar de todas las medidas, y pasado un tiempo prudencial el niño o la niña continúa con una conducta agresiva, sería necesario que un especialista valorara el comportamiento para proponer un programa de mejora más personalizado.
FUENTE:
Elaborado por Jesús Jarque García

2 comentarios:

  1. excelente trabajo como referencia para el trabajo de educador q a diario enfrentamos dificultades con estas situaciones diegomartinez peña piendamo cauca

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  2. Muchas gracias Diego. Me alegro que te sirva y que puedas sacar provecho de estos artículos.
    Un abrazo

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